domingo, 26 de junio de 2011

La amarga espera de Felicia

por Manuel Guerra Pérez

Periodista Independiente

 

20 de junio de 2011

 

La Habana. Felicia es una enfermera de 34 años que vive en la temporada de verano lo que considera “el momento más dulce y angustioso de su vida”.

 

Ella es una morena de unos cinco pies de altura, trabaja y reside en el litoral norte de la capital bañado por el mar Caribe, adora la época de verano pero es cuando siente su mayor frustración.

 

La distancia de más de 20 km entre su trabajo el Hospital La Covadonga donde labora por más de cinco años y su hogar ubicado en las concurridas playa de Guanabo en la época de verano, “se le vuelve una trágica odisea al salir en las mañanas de su trabajo e intentar ir hacia su hogar” comenta.

 

En la parada frente al hospital rumbo a las playas del este, ha pasado hasta más de tres horas esperando que haga parada el único ómnibus que le sirve a su hogar.  Alega que los ómnibus pasan atestados de personas.  Esta parada carece de inspectores de transporte y los conductores de los mismos hacen caso omiso a la misma.  Las maquinas de alquiler (taxis privados) cobran 1 peso convertible (25 pesos) tarifa por encima de lo habitual de 10 pesos para desplazarse por cualquier parte de la ciudad, y es prácticamente imposible para lo que considera su pírrico salario de 320 pesos unos 13 pesos convertibles.

 

Felicia ama su profesión y le resulta inseparable vivir frente a la mar, pero cree muy necesario para un menor estrés en su vida tener que abandonar una de sus dos pasiones.

 


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